En mayo 2014 hubo un negro
y pestilente derrame de crudo en el Oleoducto Nor-peruano a la altura de la
quebrada Cuninico, comunidad indígena kukama del distrito de Urarinas,
provincia y departamento de Loreto, área de amortiguamiento de la Reserva Nacional Pacaya
Samiria. Lejos de estar solucionado nos surgen nuevas y estimulantes preguntas.
Petroperú en Cuninico
trató de controlar la información. La lejanía del lugar, pensaban ellos, iba a
hacer imposible sacar la información fuera. Los periodistas no llegarían, por
lo inaccesible del lugar, y a la población se le puede contentar ofreciendo
“algunas ventajas”, con la condición de que estén calladitos. ¿Dónde falló
Petroperú, entonces? El teléfono. Es verdad que están intervenidos, pero no se
pueden cortar (aunque algunas llamadas se interrumpen misteriosamente o no
entra la llamada cuando uno necesita). No se puede impedir el uso del teléfono.
(Esta es una de las grandes diferencias con los derrames anteriores).
Una vez que esta
estrategia ha perdido eficacia hay que buscar nuevas maneras de “controlar la
situación”, porque se trata de “control”. Antes de llegar al control se ha
pasado por una etapa de querer “disciplinar los cuerpos”. Para ello ha sido muy
importante la vigilancia del espacio. Un croquis de la comunidad de Cuninico
nos hace percibir cómo están distribuidas las casas que ha alquilado de
Petroperú, desplazando a sus propietarios a la cocina (previo pago: S/.
300.00). El dinero es un poderoso instrumento de control. Téngase en cuenta que
en la zona la circulación de dinero, siendo real, no es muy abundante.
Petroperú paga a sus trabajadores S/. 80.00 diarios. Muchas familias nunca han
visto tanta plata junta en tan poco tiempo y tan de continuo.
¿Cómo vivir en comunidad?
Se precisa de unas normas, un código de ética, que nos permita conducirnos con
toda tranquilidad. Petroperú pretendió controlar a los borrachos. Estos
“cuerpos indisciplinados” ni sirven para trabajar ni dejan descansar a los
trabajadores. Sus tomaderas se alargan en la noche, con música muy alta,
alterando el ritmo de sueño. Los trabajadores al día siguiente no están
suficientemente descansados para trabajar. Es decir, están afectando a la
productividad. La comunidad no aceptó el cerco que les imponía Petroperú. No se
trata de defender a los borrachos, ya lo hacen por sí mismos. Pero no se puede
causar un derrame de las características de Cuninico, esconderlo debajo de la
cama, y luego imponer las reglas en un territorio ajeno, por muy Petroperú que
sea. Es como cuando los que apoyaron a dictadores de la talla de Pinochet
llamaban a la policía cuando había un alboroto en el barrio entre borrachos.
Sino funciona la
disciplina hay que buscar otras formas de control. Ya no se puede cerrar a
estos cuerpos indisciplinados en la cárcel, escuela, fábrica… Ahora permanecen
en espacios abiertos. ¿Si no es posible administrar Cuninico como una cárcel…,
entonces, cómo controlar? Hay formas más sutiles: las listas de trabajadores
las confecciona Petroperú o quienes ellos deciden. Es fácil de comprender que
conseguir incluir tu nombre en la lista depende de las “simpatías” de
Petroperú. Este control es mucho más eficaz, y menos oneroso, que la
disciplina.
© Parroquia Santa Rita de Castilla, julio 2014.
Mapa de la comunidad de Cuninico. Es interesante
percibir la ubicación de las casas de las autoridades de la comunidad y los
lugares alquilados por Petroperú. Las ‘x’ son los lugares alquilados por
Petroperú.
Los primeros días de
trabajo el ingeniero encargado amenazaba a quienes no se esforzaban en la
recogida de los restos de crudo (productividad) al “pozo”: sumergirse en el
crudo por 8 horas diarias. En tono desenfadado y con burlas se jugaba con un
trabajo peligroso. El miedo es otra de las formas eficaces de control.
El manejo de la
información adquiere, en estas circunstancias, un carácter estratégico, en una
doble vertiente. Por un lado, se riegan chismes en la comunidad. Así tenemos
que “ingenieros de Petroperú” deslizan por la comunidad comentarios del
siguiente tipo: “esto no es una comunidad nativa”. Por tanto, “quien manda aquí
no es el apu, sino el teniente gobernador”. Este chisme tiene como objetivo
“bajarse” al apu, con quien no han podido negociar. Los chismes no se pueden
controlar y son un eficaz y potente instrumento al servicio de alguien, en este
caso del poder. Ni que decir tiene que no todos los chismes favorecen a
Petroperú, pero esa es otra. Cabe anotar que son un instrumento “para oponerse
desde el interior a la expansión del poder”, para “bloquear al poder desde su
misma gestación”.
Por otro lado, la
información es poder. Petroperú administra su información: un doctor quiso
advertir a la comunidad que no coman el pescado ni tomen el agua. Pero un ingeniero
de Petroperú le cortó en seco. El doctor no regresó a la comunidad. Petroperú
tiene acceso a las noticias que se producen fuera: medios de comunicación y
gobierno. Mientras que los comuneros tienen mayor dificultad de saber lo que
está sucediendo. En Cuninico no se ven ni se escuchan las televisiones ni
radios de Lima o por Internet, por poner un ejemplo.
© Parroquia Santa Rita de Castilla, julio 2014
P. Miguel Angel Cadenas P.
Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de
Castilla Parroquia
Santa Rita de Castilla
Río Marañón Río
Marañón
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