FIESTA GRANDE EN SANTA RITA DE CASTILLA (PERÚ)
Hoy les voy a contar un poco de cómo celebran la fiesta grande del pueblo, la fiesta de Santa Rita de Castilla (Perú), el 22 de mayo. Días antes ya empiezan los preparativos para todos los festejos, y sobre todo, la chicha, una bebida a base de arroz, hierbas y no sé cuantas especies más que no recuerdo, que fermenta y luego es bebida por toda la gente. Todo eso es cocido antes durante horas y horas, dos días por lo menos, sin dejar de dar vueltas con unos palos muy largos para que el fuego no dé demasiado cerca, porque con el calor que ya hace y la humedad… siempre hay voluntarios que se turnan, la fiesta se lo merece.Ese día la misa es por la mañana y seguida la procesión con la imagen de la Santa muy floreada y adornada (allí las flores y las plantas crecen en cualquier humedad) por la orilla del rio Marañón, y con un silencio muy respetuoso, haciendo alto en ciertos sitios para implorar de la Santa que proteja a la gente, que el río no se altere ni llegue el barranco que lleva a todo el poblado, a veces poco a poco y otras veces en bloque. Esto ocurre cada ciertos años (sucedió al siguiente de estar yo allí) y tienen que emigrar al interior de la selva porque se quedan sin nada y tienen que rehacer sus viviendas.
Terminada la procesión colocan a la Santa en el salón de la Consejería (Ayuntamiento) en un altar muy decorado con un dosel hecho con sábanas, donde clavan y pegan toda clase de adornos, flores, papalillos brillantes, cuanto más brillen mejor, y para ello los envoltorios de los caramelos y bombones que yo había llevado hacen muy buen relleno…luces y velas (para ese día sí hay luz)
El 24 es la fiesta más pagana y hay movida desde las 6 de la mañana tocando marchas militares, desfiles de escolares, de policías, agentes de no sé qué ayudas…
Esos días ni siquiera hacíamos quehaceres en el entorno de las Hermanas como coser o limpiar. Por la noche tenían baile hasta la madrugada, porque esos días sí había luz todo el tiempo.
La gente disfruta las fiestas con toda intensidad y hasta algún mareo etílico presencié a causa de la chicha, en el que la esposa o el hijo de turno tenía que ayudar a llegar a casa al padre que se le fue la mano bebiendo.
Esos días, hacía poco que yo había llegado, me picaron los mosquitos a rabiar, y a partir de ahí las piernas fueron su lugar preferido para acribillarme, ¡terrible , terrible!
Esto cicatrizó aquí en España, pero el grato recuerdo es imborrable y siempre será agradable haberlo vivido y participar de otras costumbres y vivencias.
Publicado en Foeminas
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