miércoles, 3 de noviembre de 2010

Parir en Santa Rita


PARIR EN SANTA RITA DE CASTILLA (PERÚ)

Es el anochecer, en zona amazónica peruana, a las siete de la tarde ya es de noche y es peligroso navegar por el río Marañón. Mari Luz siente que su bebé pide paso: su marido coge su cayuco y a golpe de remo se van camino de la enfermería de Santa Rita de Castilla, pero la niña tiene prisa…
La lluvia es tan fuerte e intensa que yo, desvelada en mi cama, casi siento miedo y estoy sobrecogida. Al fin llega: a la orilla Juan deja sujeta su barquita, y con un plástico cubre a Mari Luz y se va solo -unos doscientos metros- a buscar a la enfermera que remate la faena y necesita allí mismo la ayuda.
A la mañana siguiente cuando me enteré no hacía más que preguntarme como esta muchacha (y era su segunda hija) pasaría ese tiempo de espera hasta la llegada de la enfermera. Yo la estaba situando en momentos de heroica actitud. Pensaba en mí y creo que los nervios y la angustia me habrían derrumbado…
Las fui a ver, madre e hija descansaban plácidamente y sin dar importancia a lo acontecido, y yo admirándome enormemente, lo que me parecía tan insólito, para ell@s carecía de importancia.
Mari Luz es una mujer muy completa en todos los aspectos. Me contaron que había protestado porque el catequista de su hija mayor, la de seis años, tenía una vida poco coherente con lo que era su misión de enseñar a los niños, y ella no estaba de acuerdo. Señal de todo un carácter recto y serio con relación a sus sentimientos. Estoy segura que no es la única.
A la noche siguiente volvió a darse el mismo caso pero aquella noche no llovía y esta vez fue de camino… por lo que me contaron estas situaciones se dan con frecuencia y se ve muy normal. Con frecuencia son madres a edad muy temprana.
Allí los poblados están diseminados por la orilla del río y el único transporte para los desplazamientos es el cayuco. Se trata del río Marañón, afluente del Amazonas, de un caudal inmenso (tengamos en cuenta que ellos calificarían nuestro Duero o Ebro como regatillos) de profundidad desconocida pues el terreno es pantanoso y de de anchura interminable que se pierde en el horizonte.
Las mujeres saben llevar su cayuco, juegan al fútbol -en suelo pantanoso con lodo hasta los tobillos y más - en competiciones de unos poblados con otros… y vestir, dentro de sus posibilidades, con la última blusa moderna y sus escotes y estrecheces bastante pronunciadas, algunas también llevan sus buenos tacones…


Victoria
Publicado en Foeminas

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