domingo, 14 de abril de 2013

LA CARRASPERA DE LA CONVERSACIÓN



 “Entendemos perfectamente, los que vivimos acá poco podemos hacer, poco podemos contribuir a la visión del mundo exterior desde la visión occidental. Pero quisiéramos seguir aportando nuestros grandes conocimientos en el manejo de nuestra riqueza, nuestra cultura, que es el elemento fundamental del sostenimiento del pueblo. Nuestros ríos y nuestros bosques, [con los] que mantenemos una relación permanente, porque en ellos se encuentran los espíritus de las plantas, los espíritus de nuestros antepasados, que nos ayudan a seguir sobreviviendo, aún siendo amenazados permanentemente cuando se contaminan nuestras aguas. Porque la contaminación de nuestras aguas se relaciona directamente a la contaminación de nuestro territorio y nuestra vida”.

Alfonso López Tejada
Presidente ACODECOSPAT, palabras de bienvenida a la comisión.




Los días 20 y 21 de marzo de 2013 una delegación del Estado (dos congresistas que presiden comisiones al interior del mismo, dos representantes de OEFA[1], otro del Ministerio del Ambiente, uno del Gobierno Regional, y una representante de la Defensoría del Pueblo con sede en Iquitos, a los que se sumó, por propia iniciativa, el alcalde del distrito de Parinari) llegaron a la comunidad nativa Dos de Mayo – San Pablo de Tipishca en el distrito de Nauta, provincia y región de Loreto, para tener una ‘audiencia pública’ con los miembros de ACODECOSPAT[2]. El evento está englobado en la relación que están manteniendo 4 organizaciones indígenas (FEDIQUEP[3], FECONACO[4], FECONAT[5] y ACODECOSPAT) con el Estado a raíz del ‘circuito de contaminación’ por 40 años de extracción de hidrocarburos en las provincias de Loreto y Datem del Marañón, ambas en la región Loreto. Felicitamos a ACODECOSPAT por la valentía de sus propuestas y al Estado peruano por intentar escuchar a las poblaciones indígenas. Consideramos que es la mejor forma de trabajar y auguramos éxito al rumbo emprendido.


© Manolo Berjón, marzo 2013

Esto no es, ni pretende ser, una crónica. No tenemos competencia para tal. Es tan solo un intento subjetivo de acotar algunas cuestiones. Periodistas hubo en la reunión que pueden dar una visión ‘más objetiva’ de la misma o al menos intentar ser más imparciales. Consideramos que nuestra tarea es más cercana a observar las grietas, los resquicios, las improvisaciones…, en definitiva, la ‘carraspera de la conversación’, si se nos permite decir así.
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Preparando la llegada de la comitiva un grupo de dirigentes de ACODECOSPAT, con su presidente a la cabeza, estaban conversando algunos puntos. Con el arribo de los deslizadores aumentan las expectativas y toma cuerpo y densidad el evento. En la presentación de la delegación surge el primer desliz. Una de las congresistas afirma: “Tenemos el peso de representar un Estado en el que ya no se cree. Y en el que quizá, como Estado, ni siquiera creemos nosotros que nos toca representarlo. Pero es nuestro trabajo eso que nosotros llamamos nuestro país, y para reconstruirlo también los necesitamos a ustedes. Porque el Estado somos todos. Somos nosotras que hoy representamos al Congreso de la República, es Alberto que hoy representa al Ejecutivo junto con la OEFA, es Defensoría, es el alcalde, es el gobierno regional. Son las instituciones intermedias representadas por los maestros y por los sacerdotes y por los dirigentes de las diferentes comunidades. Estamos acá para escucharlos, estamos acá para tomar nota a sus pedidos y sus necesidades y trasladarlas. Desde el Congreso hemos asumido algunos compromisos concretos…” Primera sorpresa. Es curiosa la ambigüedad de palabras como ‘Estado’ o ‘país’. Es cierto que es un discurso improvisado, pero es interesante lo que refleja. Ya hemos acotado que lo nuestro son las aporías… En algún momento parece deslizar que está de acuerdo con el país [territorio que constituye una unidad geográfica o política, con fronteras naturales o artificiales], pero no con el Estado [cuerpo político de una nación]; como si el asunto político no le interesara. Pero por otra parte dice que el Estado somos todos (extendiéndolo más allá de los que son, véase por ejemplo el querer congratularse con los sacerdotes). La guinda del pastel: “Y en el que quizá, como Estado, ni siquiera creemos nosotros que nos toca representarlo”. Surgen las preguntas: entonces, ¿a qué han venido?, ¿en nombre de quién?, ¿para hacer qué? Nos parece que la buena intención no es suficiente. Puede que sea interesante para mantener una charla de café, pero no para sentarse en el Congreso.

En diversos momentos del evento varios miembros de la delegación insistieron en que este tipo de cuestiones ‘son un asunto personal’, más allá del trabajo que ahora desempeñan en el Estado. Les agradecemos la sinceridad y les creemos. Pero no es suficiente. No es suficiente cuando el Estado tiene oídos preferentes para unos pocos (entiéndanse, en este caso particular, compañías petroleras, con su capacidad de ‘persuadir’ al Estado) un entramado legal que perjudica los intereses de las poblaciones indígenas mientras se entretienen educadamente tomando un aperitivo. Lo sentimos congresistas, y resto de la delegación, no queremos que vengan a contarnos sus penas en el Estado, para eso no los necesitamos, los necesitamos para que peleen como representantes elegidos que son (muchos de sus electores no se sienten representados). La buena intención la pueden dejar para otra oportunidad, ahora queremos que hagan bien su trabajo. Y a las congresistas le pedimos que elaboren y defiendan buenas leyes, de esas que salvaguarden a los pueblos indígenas y acoten el terreno de las petroleras.

Después de la presentación de participantes hubo un ‘tiempo de descanso’. Se establecieron grupos informales y fluyó la conversación. Estábamos al lado del presidente de ACODECOSPAT hablando del tiempo, cuando se acercó una congresista y se produjo una deriva hacia asuntos más delicados: territorio, áreas naturales protegidas, titulación… Posteriormente se sumaron al grupo una asesora de la congresista y un representante de la OEFA. Cada participante mostrábamos percepciones diferentes y argumentos en direcciones contrapuestas, hasta que apareció otro desliz curioso. Hay que aprovechar ahora que ‘somos inmortales’, sentenció la congresista, a partir de julio dejo la presidencia de la comisión y pasaré a ser ‘un simple mortal más en el congreso’. ‘Desde la presidencia de la comisión se pueden hacer muchas más cosas’. Para oídos acostumbrados a lo religioso en plural, como los nuestros, nos sorprendió una afirmación así sobre la inmortalidad. ¿De verdad son inmortales? Quedamos estupefactos ante el olor que trasciende sobre el poder. ¡Pobres mortales!


© Manolo Berjón, marzo 2013

En la conclusión del evento surge otro desliz. Uno de los intervinientes de OEFA, que se presenta como un ‘técnico’, trata de aclarar la afirmación de un participante en la reunión y suelta una perla como la siguiente: ‘las aguas de los ríos de la Amazonía están clasificadas por río principal. En este caso categoría IV’. Mira hacia un lado (parece que alguien le pregunta fuera de micrófono) y lo vuelve a tomar para declarar: ‘categoría IV es conservación del ambiente acuático, no es agua apta para el día. La que se puede beber es agua categoría I, pero que tiene que ser potabilizada con procedimiento convencional o con procesos físico químicos’. Y toma asiento. Qué nos quería decir el ‘técnico’: ¿que en los ríos de la Amazonía no hay gente y se puede catalogar como categoría IV?, ¿que no importan las gentes de los ríos y mejor que se clasifique en categoría IV para dar prioridad a la inversión extranjera? No entendemos bien. Pero refleja poca simpatía por los pueblos indígenas y nada de empatía ni compasión, por no recordar eso de ciudadanos de primera, segunda, tercera… categorías. Hace falta ser muy ‘técnico’ para una afirmación de este calibre. Pero, ¿estarían de acuerdo que las aguas que abastecen Lima fueran clasificadas como categoría IV? Más les valdría hacer una ley sobre metales pesados, por poner un ejemplo, u otra ley de aguas que contemple a las poblaciones amazónicas. Los versados en la conversación insisten en la argumentación. Nosotros, desde la teología cristiana, preferimos percibir las asimetrías y desde ellas preguntarnos quién sufre, por qué y cómo remediarlo. En palabras sencillas: desde el Crucificado/Resucitado, ese que los cristianos tenemos como clave de lectura del mundo.

Hacia el final del evento, en el momento de las conclusiones, mientras algunos comisionados tomaban su última palabra, en la parte posterior del local se escuchaba en voz baja: “otro calmante”. Tan acostumbrados estamos a escuchar a miembros del Estado que no hacen su tarea que la frustración aparece en forma de pastilla. La voz baja, esa que no llega a utilizar el micrófono, entre otras cosas por cuestiones de poder y tiempo, saca a la luz el desengaño reinante. Ante un Estado lento, y muchas veces malintencionado, emerge la respuesta de la gente: una fuerte migración de jóvenes a Lima en busca de la bonanza económica peruana.

A fuer de ser tradicionales, recuperamos un concepto kukama y cristiano de envergadura. Uno de esos conceptos con los que no se sabe qué hacer y que muchos prefieren psicologizarlo o, en estos tiempos ‘impacientes con el mal’, diluirlo y desculpabilizarlo en errores o faltas, pero que nosotros nos resistimos a aguarlo: ucha[6], pecado. Sí, pecadores somos y, como tales, señalamos que nos fuimos antes de tiempo, cuando se retiraron las ONGs y el Estado. Nosotros, que tenemos por norma y costumbre quedar hasta el final, nos retiramos cuando ACODECOSPAT, ya solos, quedaron para evaluar la jornada. Un pecado más en estos curas que tienen a bien presentarse ante Dios y ante ustedes como lo que son: sacerdotes católicos. Ahí permanecieron los miembros de ACODECOSPAT evaluando la jornada, satisfechos con lo conseguido. Nos congratulamos con sus éxitos y rogamos a Dios (otro ‘concepto’ molesto en estos tiempos) que los proteja, los cuide y les infunda valor, y a nosotros perdone nuestros pecados.

Al final del evento se había escuchado la letra que dibuja[7] ACODECOSPAT en tan importantes temas como territorio, agua, identidad, educación, salud… Falta escuchar la música que acople la comisión que nos ha visitado. ¿Podrán danzar/bailar los indígenas? ¿O será un baile/danza exclusivo para petroleros?


© Manolo Berjón, marzo 2013

Reafirmamos que esta nota no pretende ser una crónica de la reunión, tan solo un botón de nuestra percepción subjetiva. Pretende encontrar algunos gazapos que deseamos resaltar para aclarar ‘la carraspera de la conversación’, o un ejercicio de gárgaras para aclarar la voz. Dicho lo cual reiteremos nuestra intención de valorar muy positivamente la conversación, la reunión, y alabamos este camino como uno posible para solucionar los grandes problemas existentes. Alentamos a ACODECOSPAT en el camino emprendido y le auguramos éxitos en su contribución al bien común, al tiempo que estamos sumamente agradecidos por su entrañable amistad.



P. Miguel Angel Cadenas                                            P. Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla                                  Parroquia Santa Rita de Castilla
Río Marañón                                                              Río Marañón


[1] OEFA: Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental
[2] ACODECOSPAT: Asociación Cocama de Desarrollo y Conservación San Pablo de Tipishca
[3] FEDIQUEP: Federación Indígena Quechua del Pastaza
[4] FECONACO: Federación de Comunidades Nativas del Corrientes
[5] FECONAT: Federación Comunidades Nativas del Tigre
[6] Ucha: pecado, culpa, delito, en kukama. Proviene del término quechua de Chachapoyas – Lamas ucha, culpa.
[7] Kuatiarata: dibujar y escribir. Preferimos traducirlo como dibujar porque oralidad y pueblos indígenas…

miércoles, 3 de abril de 2013

FRONTERAS



Los seres humanos nos encontramos con límites, forman parte de nuestra vida. Vivir en los límites implica una gran dosis de ‘inseguridad’, de intemperie, de no saber, de interpelación, de tener que construir, de no fiarse únicamente de la/una tradición porque no siempre es compartida. Abre la posibilidad de crear, de averiguar, de ser desafiados y buscar respuesta, de ejercer la paciencia y aventurar nuevas posibilidades. En definitiva, exige nuestra participación activa y creatividad desde las tradiciones a las que pertenezcamos.

José es kukama y María urarina. Hace años que se han reunido. Viven en una comunidad kukama. De la unión han nacido 4 niños. El idioma que utilizan en la casa es el castellano. Cuando la madre de familia quiere conversar en urarina carece de interlocutor. Recién cuando visita a su papá o hermanos, dos comunidades más arriba, puede hablar en urarina. Los niños dicen que cuando se rabia su mamá no la entienden. Convengamos en que lo que no comprenden es el idioma urarina. Para los que creemos en la Palabra (evangelio de San Juan) el apagamiento de una lengua es un empobrecimiento profundo. Esta familia ha tenido que aprender, entre otras muchas cosas, a comer: los pueblos kukama y urarina poseen culturas culinarias diferentes.


© Parroquia Santa Rita de Castilla – Río Marañón
La casa como frontera ‘interior’



Sandrito es un niño kukama de 8 años, vive con sus abuelos. Acude al colegio con normalidad y es un estudiante medio. No puede tener DNI. Está registrado en el Municipio, pero su padre no ha firmado la partida de nacimiento. No se puede matricular en el colegio, ni ser atendido en el SIS (Sistema Integral de Salud)… Es uno de tantos niños que viven más allá de los límites del Estado. No es ‘ciudadano’ hasta que no tenga documentos personales pero, por mientras, no debería carecer de derechos.

El señor Cobos es un reputado chamán (brujo para otros). Algunos de sus antiguos vecinos afirman que ha comido (matado por medio de brujería) a varias personas. Se ha retirado del Marañón al río Tigre con toda su familia. Para sus antiguos vecinos se convierte en un tigre, por eso come gente.


© Parroquia Santa Rita de Castilla – Río Marañón
La piel como frontera

Límites, fronteras, o como deseemos denominarlas. Hay muchas, muchas y grandes, grandes y apasionantes, apasionantes y desafiantes, desafiantes y con sabor a perplejidad, pero sobre todo nos topamos con ellas y no nos dejan indiferentes, no podemos ser indiferentes, aunque no siempre nuestra tradición las comprenda y sea fuertemente desafiada.

Carlos, Ribelino, Darwin, Betty, Mariluz y muchos más insisten permanentemente en que Dios es todopoderoso. Confesamos que no es un atributo que nos guste de Dios, aunque esté bien fundamentado en nuestra tradición. Hemos participado más de tradiciones débiles donde Dios acompaña a los que sufren. Sin embargo quedan muchas preguntas por responder: ¿Dios no puede frente al mal? No es suficiente un Dios que sufre con las personas, sino un Dios que pueda superar el sufrimiento. Un Dios poderoso. Los indígenas arriba citados nos dicen: ‘un Dios débil no sirve’. Se necesita un Dios para vencer el mal. Y un Dios débil no sirve.

Volver a pensar la omnipotencia de Dios. Un atributo cuestionado por muchas e importantes razones, pero que los pueblos indígenas, con toda la razón, insisten en él.





P. Miguel Angel Cadenas 
P. Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla                           
Río Marañón                                                          

¿TIENEN DERECHO LOS NIÑOS (MUERTOS)?




Estamos llegando a casa y recibimos una visita. A primera vista notamos que algo no está bien, no se ha sonreído al vernos. Preguntamos: ¿cómo estás? ‘No tan bien’. ¿Qué sucede? ‘A mi señora le duele la cabeza y tenemos que ir a Iquitos para una revisión de su operación’. Llegamos a la sala de nuestra casa y nos sentamos. Comenzamos a conversar y nos desgrana el problema de su mujer. Ya han visitado el Centro de Salud y los doctores le dicen que ‘tiene que verle el doctor que le operó’ a su mujer. Llamamos a Iquitos y nos dicen que el doctor está de vacaciones. No hemos hecho nada, hay que esperar.

Poco a poco nos enteramos que su nietito de 9 meses ha muerto. Le damos el pésame y le decimos: ‘lo que tiene tu señora es pena, por eso le duele la cabeza. Hay que hacer una revisión cuando llegue el doctor, pero tiene pena’. ‘Sí, padre, tiene pena. Hoy está mejor porque el otro día el doctor le recetó unas pastillas y en la mañana le dolía menos su operado’.

El bebe tenía 9 meses y vivía con su madre en Shapajilla en casa de los abuelos. La abuela, a la que ‘le duele su operado’, lo tenía en brazos cuando su mamá estaba trabajando, ‘por eso le ha chocado tanto’. El papá del niño trabaja en Lima, ‘en esas fábricas que hay en Lurín; es buen sitio porque su casa está cerca y es un lugar muy tranquilo, no como Lima’. La mamá con el bebe ha ido a Lima con su esposo. ‘A dos horas de llegar a Lima se ha muerto el bebe’. ‘Ya en Shapajilla tenía problemas de resfrío’, nos ha dicho el abuelo ante nuestra pregunta. ‘Tal vez le ha chocado el aire’.

Al niño lo han llevado a la morgue y no le dejaban salir sin pagar. ‘No tenemos dinero’. ‘Solo nos quedaba derramar lágrimas’. ‘¿Qué iban a hacer con el niño?’ ‘Yo he rezado a Diosito para que se solucione, pero tenían el corazón duro y no querían darnos al bebito para enterrar’. La abuela ha derramado muchas lágrimas. ‘No se podía hacer nada’. ‘No sabía a quién llamar para que nos ayude’. ‘Ya queríamos dejar al niño porque no nos lo querían dar’. ‘Teníamos mucha pena’. ‘Es como un ahogado al que no hemos encontrado el cadáver’. ‘Después de 8 días nos han dado al bebito, sin pagar nada, para enterrarle’. ‘Ayer (06.03.13) le hemos enterrado’. ‘Yo le he rezado en Shapjilla, con todo y pena, pero he tenido que rezarle’. Hasta acá un resumen de la conversación que acabamos de mantener con Hermógenes, el abuelo del niño.

Ya hemos indicado en otras oportunidades que se está produciendo una fuerte migración de indígenas kukama a Lima al compás del crecimiento económico peruano que se concentra en la costa. Este movimiento plantea preguntas sobre el territorio, sobre las relaciones personales, la familia, el ingreso de plata en hogares donde antes era más difícil, la incapacidad del Estado para, más allá de definir al Perú como multicultural y plurilingüe, dar soluciones prácticas a situaciones concretas que se generan más allá de ‘los territorios tradicionalmente indígenas’.

‘Pena’ es una palabra que se ha repetido insistentemente en la conversación. Pero, qué quiere significar. El Diccionario de la lengua española de la Real Academia, en la vigésima segunda edición, define pena como ‘cuidado, aflicción o sentimiento interior grande’ en su segunda acepción. En la tercera acepción lo define como ‘dolor, tormento o sentimiento corporal’. Y la cuarta: ‘dificultad, trabajo’. Para los kukama la pena tiene relación con una cría de animal que se trae del monte para utilizarlo de mascota, muchos de ellos no se acostumbran y prefieren morir ‘de pena’. Cuando un kukama dice que siente pena está indicando que su corazón siente la pena propia de una cría de animal al que le han sacado del monte para llevarlo a una casa que no conoce y donde tiene que aprender nuevos comportamientos, con la particularidad que muchos de estas crías de animales prefieren morir ‘de pena’ antes que acostumbrarse. La pena para los kukama se instala en el corazón.

Hermógenes no podía comprender que haya que pagar por un difunto que está en la morgue. En la comunidad, cuando uno muere, rápidamente se expande la noticia y todos acuden al velorio para acompañar a la familia. Pasando 24 horas se entierra el cadáver tras los ritos propios del caso. Le retienen al niño, hay que pagar, y no permiten que se le de sepultura, ‘como un ahogado al que no se le encuentra el cadáver’. El territorio del pueblo kukama está vinculado al río, habitan en espacios inundables. Cuando una persona ‘se ahoga’ (no que vive dentro del agua) la mayor desgracia es no encontrar su cadáver, no poder despedirse de él. Así vivió Hermógenes y su familia que ‘mezquinaran el cadáver del bebito’, como un ahogado al que después de 8 días, por fin, han encontrado su cadáver. Un dolor tan innecesario sólo es posible en funcionarios que no comprenden vivir en un país multicultural (sin entrar en lo ‘multinatural’, como perciben los indígenas amazónicos). La burocracia homogeneizante daña terriblemente el tejido social, he ahí un caso entre otros muchos posibles.


© Parroquia Santa Rita de Castilla – Río Marañón
Velorio.

‘Quiero hacer una pregunta: ¿no tienen derecho los niños?’. Claro, y recordamos los derechos del niño y del adolescente que las Municipalidades y los colegios están enseñando. Y añade: ‘¿y los niños muertos?’. Nos quedamos pensando, hacemos silencio durante un momento, y respondemos: claro, derecho a un entierro digno, como gente. ‘Sí, padre, eso digo yo’. La conversación va enrumbándose hacia su final. Se inicia el proceso de despedida y al poco tiempo dice: ‘ya me han limpiado un poco la  cabeza, ya me voy’. Se levanta, nos despedimos y se va. Adiós, que para un cristiano como nosotros, significa: ‘con Dios’, ‘vaya con Dios’.

Hay quien opina que para ser razonables hay entrar en diálogo. No cabe duda que la ‘comunidad de comunicación’ es importante, pero no todos tenemos la misma capacidad, ni estamos en las mismas condiciones. La queja, el lamento, el grito es previo a la argumentación y puede ser la primera expresión del lenguaje. Queja, lamento y grito que los pueblos indígenas utilizan en una conversación no tan ideal en un mundo que no siempre entienden ni les comprende. Queja, lamento y grito, expresiones que aparecen continuamente en los salmos de la Biblia como un lenguaje estrictamente religioso.



P. Miguel Angel Cadenas                                         P. Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla                               Parroquia Santa Rita de Castilla
Río Marañón                                                             Río Marañón