INTROITO.-
Los
esclavos no son despreciables, simplemente no son gente. Esa chusma que se
arremolinaba en los arrabales de la
Lima colonial son poco menos que deshecho. El tiempo se
encargará de olvidarlos. Mejor dicho: nadie sabrá que han vivido. Aquellos que
han nacido para sufrir, a lo suyo; para el resto, “pan y circo”, que diría el
romano. Y sin embargo, la mejor catequesis de la iglesia católica peruana está
perfectamente plasmada en ese cuadro. Ese cuadro pintado con dolor,
sufrimiento, penalidades, desarraigo, olvido y sangre.
I.-
Estamos
en el mes de octubre y los católicos de Santa Rita de Castilla se reúnen en las
casas para rezar ante el cuadro Señor de los Milagros. Se organizan, rezan, invitan.
Cada día es similar: recogen el cuadro de una casa, salen en procesión hacia
otra casa previamente acordada, que desea recibir el cuadro. Entran y el dueño
de casa “da unas palabras de bienvenida” a los asistentes. A continuación la
celebración de la Palabra
de Dios. Llaman la atención los cantos, las peticiones (siempre por la salud y
“por mis hijos que están lejos de mi”, entre otras) y la predicación. La forma
de predicar indígena es una vuelta a repetir el texto bíblico con otras
palabras, nada de andar sacando conclusiones para hoy. Esta última hermenéutica
será muy interesante, pero es occidental, y a los indios no parece
interesarles. A continuación la dueña de casa, con alguna de sus hijas
adolescentes, mujercitas, o conocidas de sus hijas, comparte algo: lo habitual
es café y un pan, pero también puede ser gaseosa y galletas, upe y pan, entre
otras. En ocasiones, en medio de la risa, se escucha decir: “ya estamos en el
mes de octubre, el mes del engorde”. Mientras se reparte la comida se conversa
de la vida misma. Los que desean aportan algo de dinero (lo común es entre S/.
0.10 y S/. 1.00). Sin ser obligatorio casi todos aportan. El 31 de octubre ese
dinero sirve para una fiesta de todo el grupo. Finaliza el acto con un
padrenuestro y las indicaciones de qué hogar visitar mañana. La “peruanidad”
juega un rol importante en estos encuentros.
II.-
María,
[todos los nombres están cambiados], tiene tres hijos: un joven de 19 años, una
señorita de 12 y un niño de 7. Su marido trabaja en Lima desde hace un par de
años, en uno de esos comercios de Mesa Redonda, cual “esclavo” moderno. Al
principio el marido le enviaba algo de dinero, pero ahora ya hace un tiempo que
no le gira. Ella cree que su marido, en lugar de enviarle dinero a ella, se lo
envía a su mamá, suegra de la señora. Se le llenan los ojos de lágrimas al
recordar la situación. No es el escenario más dramático. Ella se levanta muy
temprano para hacer algo de comida que vender. Además se apoya en uno de esos
programas gubernamentales que atienden a los niños menores de tres años en las
casas, recibiendo una propina de por medio. Su hijo de 19 años trabaja en el
Municipio, en uno de esos trabajos de economía sumergida. Con esfuerzo salen
adelante, ¿y el desarraigo, la separación, la soledad?
José
fue elegido para rezar en las noches en las familias que recibirán el Señor de
los Milagros. Comenzó el mes de octubre, pero ha tenido que viajar “a la
palma”. Su hijo promociona la secundaria este año y no tiene para pagar las
cuotas de colaboración de la promoción. Quien piense que es una tontería le
invitamos a vivir en un pueblo pequeño y sentirse aislado. Nos lo contaba su
mujer una noche, ella es evangélica.
Altar al Señor de los Milagros en un hogar de Santa Rita de Castilla
© Parroquia Santa Rita de Castilla, octubre 2013.
Federico
tiene más de 50 años y sus hijos le han animado para viajar a Lima: “aquí hay
trabajo, papi”, le han dicho. Su mujer decía que se ha ido para seis meses,
“para hacer algo de plata”. Pasadas las primeras semanas no se acostumbra: “es
muy penoso”, decía su mujer. Permanecerá un mes en Lima y luego regresará. Aquí
le esperan su mujer, tres de sus hijos pequeños y varios nietos. Cuando se fue
a Lima a su mujer le dejó “un costal de arroz” para que pudiera comer su familia.
El último domingo de setiembre 2013 hizo de monitor en la eucaristía. Y en la introducción
a la primera lectura del profeta Amós sentenció, en el mejor resumen que se
puede hacer: “los millonarios hacen los que les da la gana”.
Lucila
es una líder indígena que ha ido aprendiendo con los años. Su marido trabaja en
la palma. Tiene cuatro hijos: el mayor intentó estudiar, pero no ha sido
posible. El segundo no pudo terminar una carrera en la UNAP (Universidad de la Amazonía Peruana )
por falta de presupuesto. Ha hecho de todo para conseguir dinero, pero no le
alcanzó. El año pasado se casó en una iglesia evangélica en Iquitos. Su hija
pequeña está estudiando en la
UNAP con una beca y los apoyos propios de la Universidad para
pueblos indígenas. Lucila vive a medio camino entre su comunidad, donde estudia
su hija menor, e Iquitos donde están el resto de sus hijos. Su marido, en el
departamento de San Martín, trabajando “en la palma”. “Le gustan que le
exploten”, nos contaba un día Lucila, mientras pícaramente se reía, con esa
risa que esconde mucho dolor.
“Ganancias” de los que se van a trabajar a Palmas Shanusi, Alto Amazonas,
dejando en su casa mujer e hijos, a varios días de distancia.
San
José de Parinari ha sido diezmada en los últimos años, la migración a Lima está
siendo tan intensa que se ven muchas mujeres solas con sus hijos. Para titular
la comunidad nativa de Shapajilla deberían incluir varias quintas y
habitaciones donde se hacinan los humildes en Lima. En otra comunidad, Eutimio
nos preguntaba el otro día: “padre, mi hijo está en Lima y cobra S/. 800.00,
pero no nos envía nada”. Eutimio no comprendía que con S/. 800.00 en Lima no
alcanza para una vida digna.
III.-
“… se vació a sí mismo,
tomando la condición de esclavo” (Flp. 2, 7)
Como
un sonsonete que se repite incansablemente escuchamos lo de “para triunfar hay
que esforzarse”. Y nos les falta razón. Pero, a Ti, Señor de los Milagros, no
te sirven esas buenas intenciones. La dureza de la cruz, el agotamiento, el
dolor… Que esa llaga en tu costado guarde todos los sufrimientos de este bajo
Marañón.
Cómo
nos sorprende esa corona en la cabeza de un crucificado. Cómo nos sorprende que
para triunfar hay que dejar todo. Porque solo aquellos que dejan todo pueden
encontrarse contigo. Trepas y calculadores pueden retirarse. Cómo acercarnos a
Ti que no quieres componendas e insistes en pasar por la cruz. En estos tiempos
nuestros no encajarías, hay que ser más positivo. Una pizquita de psicología, buenos
consejos y un pellizquito de autoayuda para vivir “que son dos días”. Como le
dijeron a Pablo: eso de la cruz es un escándalo y una locura. Otro día le
vinieron a decir “mañana te escucharemos”. Y Pablo, con una fe acrisolada a
prueba de bombas, insistía que para los que tienen fe es “fuerza y sabiduría de
Dios” (1 Cor 1, 22-25).
Y de
cruz, Señor de los Milagros, te presentamos a esta selva baja. En mayo 2013
declararon en “emergencia ambiental” el río Pastaza. En setiembre 2013, el río
Tigre. El río Corrientes está dividido, ese trabajo que tan bien saben hacer quienes
tienen intereses turbios. Como las autoridades de tu época en Jerusalén que
gritaban: “que lo crucifiquen, que lo crucifiquen”, porque es más importante
que muera uno solo por todo el pueblo. ¿Y el Marañón? Ya han llevado muestras
de agua, suelo y sedimentos. Esperemos que no truquen los resultados, como
durante varios años hizo la UNAP ,
porque uno ya no sabe.
Capacitación de “movilizadoras”: voluntarias que atienden la salud
materno-infantil en comunidades del bajo Marañón.
A
pesar de nuestros fallos y debilidades, Señor de los Milagros, confiamos en Ti,
con tus milagros, con tu poder, como te invocan en el bajo Marañón. Por eso te presentamos,
Señor de los Milagros, a las familias de esta selva baja, roguemos al Señor.
Santa Rita de Castilla,
octubre 2013
P.
Miguel Angel Cadenas P.
Manolo Berjón
Parroquia
Santa Rita de Castilla Parroquia
Santa Rita de Castilla
Río
Marañón Río
Marañón
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