“¿Es
que no van a escribir ustedes?” nos preguntaron. Nos ha invadido la pereza,
pero ahí vamos. Como saben, por fin, el Estado Peruano ha reconocido la
contaminación en el Marañón y en la Reserva Nacional Pacaya Samiria. Los datos los
pueden encontrar en la siguiente dirección: http://servindi.org/actualidad/99810#more-99810.
El trabajo de la organización indígena ACODECOSPAT (Asociación Cocama de
Desarrollo y Conservación San Pablo de Tipishca) ha sido intenso y en algunos
momentos delicado, pero ha dado fruto y les felicitamos desde la cercanía, la
comprensión y el apoyo que les podemos brindar.
Durante
años el Estado peruano ha negado sistemáticamente la contaminación existente. Funcionarios
inescrupulosos han querido tapar el sol con un dedo. ¿No tienen ninguna
responsabilidad? Quienes afirmaban concienzudamente que la contaminación
existía eran ignorados, calumniados, objeto de burlas, tachados de no tener
experiencia, de falta de formación profesional (es curioso cómo lo reducían
todo a ser “inginiero”)… Todavía
recordamos como si no hubieran pasado los años cómo trabajadores de Pluspetrol
insultaron a los comuneros de Santa Isabel de Yumbaturo por no querer limpiar
el río después de un derrame, como si ellos hubieran sido los responsables. “Son
haraganes”, dijeron los “inginieros”.
Y cómo no volver a recordar a un antropólogo, que afirmaba taxativamente que el
río estaba limpio después de un derrame de más de 5500 barriles de petróleo (según
datos de la petrolera), pero se negó rotundamente a tomar agua del río junto
con nosotros. Anécdotas hay mil, hasta un millón.
¿Y
AHORA QUÉ?
“Estarán
contentos, nos dijo otro amigo, por fin, han dicho la verdad”. Pues qué decir, esperemos
que sea toda la verdad. Y contentos, lo que se dice contentos…, no lo podemos
estar. Nos ha alegrado que reconozcan la contaminación, es un primer paso, pero
muy pequeño todavía. Necesitamos avanzar mucho más. ¿Terminarán declarando en
“emergencia ambiental” el bajo Marañón? Dada la experiencia de las otras tres
cuencas: Pastaza, Corrientes y Tigre, no parece que sirva de mucho.
“Si
tuvieran que aportar a una solución, ¿cuál sería su propuesta?” nos han espetado
en más de una oportunidad. Nosotros entendemos que son otros los que tienen que
resolver, pero podemos aportar nuestra visión. De todas formas nos insisten: “no
se escondan, digan lo que ustedes piensan”. Y aunque es una pregunta incómoda
no la queremos rehuir. Deseamos que se cierren los pozos petroleros de la Reserva Nacional
Pacaya Samiria hasta que no se remedie la situación ambiental. Deseamos que se
explique a la población local la grave situación por la que se atraviesa.
Deseamos que se construya una propuesta con la población local de alternativas
a esta situación. Deseamos que alguien explique porqué durante tantos años se
han obviado las evidencias, se han ocultado, más bien. Deseamos que haya un
monitorio ambiental permanente por parte del Estado acompañado de las
organizaciones indígenas. Deseamos un monitoreo permanente de peces y análisis
de cabello y sangre en personas. Hay más deseos, pero ya son suficientes por
hoy.
“Pero
eso no es viable”, nos han cortado en seco. Bueno, no es cierto. Es viable, muy
viable. Es cierto que eso produciría mayor desabastecimiento de hidrocarburos. ¿Y
qué? ¿Acaso la población local se ha beneficiado de las regalías que ha cobrado
el Estado por esos pozos? Pues ahora nosotros deseamos que se paralice la extracción de hidrocarburos en la Reserva Nacional Pacaya Samiria
hasta que se remedien los pasivos ambientales. ¿Es preferible ganar dinero
a costa de contaminar impunemente el medio ambiente? No, señores, nosotros no
estamos de acuerdo.
“En
este contexto, algunos todavía defienden las teorías del ‘derrame’ [chorreo] que
suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado,
logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta
opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza
burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los
mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los
excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a
otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una
globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces
de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de
los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad
ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la
calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas
esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo
que de ninguna manera nos altera” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium nº 54).
CUANDO EL AGUA NO ES H2O: A VUELTAS CON LO SAGRADO
Ahora toca explicar de un modo sencillo qué es esto de la
contaminación para que la población pueda comprender todos esos datos químicos…
de una manera asequible. La tarea es ingente. ¿Hará el Estado algún pequeño
esfuerzo por explicarlo? Mucho nos tememos que no. Una reunión en la comunidad nativa
de Dos de Mayo, sede de ACODECOSPAT, es muy valiosa y es de agradecer, pero la
explicación debería ser comunidad por comunidad, con gente del Estado
capacitada. Y, no, no lo harán. Pero tampoco nos parece que sea para aplaudir.
Creemos que si no lo hace, como no lo ha hecho en las cuencas del Pastaza,
Corrientes y Tigre, comete una falta grave de responsabilidad social.
En el colegio nos enseñaron, y continúan enseñando en los
colegios del Marañón, la fórmula química del agua: H2O, como si toda
la realidad se redujera a química. Sin embargo, para el pueblo kukama el agua
no es cuestión de química. El agua forma parte de su vida diaria. Sus mitos
explican la formación de los ríos, el diluvio, las cochas encantadas, las
personas que viven dentro del agua… ¿Cómo explicar a una persona que tiene
familiares que viven dentro del agua –que no están ahogados, sino que viven
dentro– que por una actitud irresponsable, de las diversas empresas petroleras y
del Estado peruano que lo ha permitido, el río está contaminado? ¿Cómo explicar
a un chamán la contaminación, cuando algunos de los espíritus con los que
trabaja, e incluso alguno de sus hijos, vive dentro del agua? Que quede claro,
esto que estamos sugiriendo no es otra cosa que religión indígena kukama. Por
eso merece un fuerte respeto.
Pero no nos centremos en el agua. Habría que tomar toda el
agua del Marañón para contaminarse. ¿Y el pescado? Bueno, pues ya saben eso de
la cadena trófica. Hay peje que se alimenta del plancton, fuertemente
contaminado, que a su vez es comido por otros peces que acumulan su propia
contaminación más la del pez que ha comido con el plancton que ha ingerido… ¿Y
se comen todo eso? Pues claro, otra solución es hambrear. Pero en el Marañón
tenemos la mala costumbre de comer al menos dos veces al día. La dieta es a
base de pescado, rico pescado, pero fuertemente contaminado.
Y para terminar recordamos otra página de Internet donde se
hace referencia a la campaña impúdica de Pluspetrol para limpiar su imagen,
puesto que la situación es realmente delicada, por no utilizar adjetivos como caótica
o cínica: http://servindi.org/actualidad/97677#more-97677
Como se puede comprobar también utilizan el cristianismo para
limpiar una imagen por demás sucia. Como si el Señor de los Milagros no
estuviera del lado de los que sufren, de los indígenas. Eso de la energía no le
pega nada bien al Señor de los Milagros, suena más bien a religión tipo new age. Ha sido en los últimos tiempos,
cuando ya se veía que el Estado peruano iba a reconocer la contaminación
existente, que han sentido ‘devoción’ por el Señor de los Milagros. ¿No les
parece una coincidencia curiosa? En lugar de una campaña de imagen, en las
calles de Iquitos, necesitamos transparencia y un trabajo más acorde con la
dignidad humana y los derechos de los pueblos indígenas.
P. Miguel Angel Cadenas
P. Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla
Río Marañón
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