“Y VIO DIOS QUE TODO ERA BUENO” (Gn 1,31 )
Mons. Miguel Olaortua Laspra, OSA.
Vicario Apostólico de Iquitos
Nuestro Padre Dios, desde su amor trinitario, ha creado el mundo. De toda la creación, el ser humano es su obra más excelsa, el único que puede reconocer a su creador y relacionarse con Él. Esto es lo que significa que hemos sido creados por Él a “su imagen y semejanza”. Este hecho es el que confiere al ser humano su mayor dignidad que, al mismo tiempo, exige una gran responsabilidad por parte de todos. La dignidad de la persona humana no se mide en conceptos de razas, sexo, posiciones políticas, económicas o sociales. Lo que nos hace sagrados es que somos Hijos de Dios y hermanos todos en Cristo Jesús. No hay ciudadanos de primera, de segunda o de tercera clase. Todos somos iguales ante los ojos de Dios. Lo mismo debe suceder ante los ojos de cualquier Estado y sus respectivas autoridades nacionales, regionales o locales. El Estado ha de buscar y garantizar el bien común, sin excluir absolutamente a nadie. “La política, tan denigrada, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Es importante que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. A partir de una apertura a la transcendencia podría formarse una nueva mentalidad política y económica.”(FRANCISCO I, Evangelii Gaudium nº 205). Si esto no se da, no podemos hablar de un auténtico progreso humano.
Nuestra sociedad, nuestro mundo, está impregnado de un gran consumismo por el que impera el dios dinero. En virtud de este dios, el ser humano se ha fabricado sus propios ídolos y se ha dejado arrastrar por ambiciones que le llevan a atacar los derechos fundamentales de la persona humana. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas. Se considera al ser humano como un bien de consumo que se puede usar y tirar. Hemos dado inicio a la “cultura del descarte”. Con la exclusión queda afectada la misma pertenencia social. Ya no es que estén en los puestos bajos o periferias, sino que ya no están, quedan al margen. Los excluidos ya no son explotados, sino que son sobrantes y desechos. (Cf. Francisco I, EG. nº 53).
San Agustín nos recuerda que la riqueza de unos pocos es a base de la pobreza de otros muchos. Es más –dice-: “Las cosas superfluas de los ricos son las necesidades de los pobres. Por eso almacenar cosas superfluas es robar” (In ps 147,12). Desde una sana conciencia humana bien formada y mucho más desde una posición cristiana, no podemos dejar llevarnos de la tentación de ambicionar cada vez más, sobre todo, porque siempre estaremos insatisfechos y deseando algo más. El mismo San Agustín nos dice en su Regla que “la verdadera felicidad no
consiste en tener mucho sino en necesitar poco”. La verdadera felicidad reside en nuestro
interior. Nace de sentirse a gusto con uno mismo, con los demás y con Dios.
En esta tiranía del consumo, “en este sistema, cualquier cosa que sea frágil, como el medio
ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla
absoluta”. (FRANCISCO I. EG, 56).
Ha llegado a mis manos, a través de la Oficina de Derechos Humanos del Vicariato Apostólico
de Iquitos, el “Informe del Monitoreo Ambiental del Río Marañón y la Reserva Pacaya
Samiria”. En él se muestran los resultados de la contaminación de dichos Río y Reserva. Desde
hace muchos años se vienen denunciando los constantes derrames de petróleo. Ahora el
Gobierno Peruano mediante sus organismos supervisores han realizado en septiembre del
2013 el monitoreo ambiental, como parte de las actividades de la Comisión Multisectorial RS
200-2012-PCM, quien también realizó lo propio en las cuencas de Pastaza, Corrientes y Tigre.
En el Marañón, el trabajo fue coordinado con ACODECOSPAT y sus vigilantes ambientales. Los
días 19 y 20 del presente mes se entregaron dichos resultados a la población Kukama en una
Asamblea celebrada en la localidad “Dos de mayo” en la que participaron diversas autoridades
nacionales, regionales y locales, así como representantes de OEFA, ANA, DIGESA,
OSINERGMIN, SERNANP, siendo MINAM la coordinadora de los informes. Por parte del
Vicariato también participaron algunos sacerdotes y representantes de la Comisión Vicarial de
Derechos Humanos.
En total fueron intervenidas 17 localidades. Los resultados son preocupantes, por no decir
alarmantes en cuanto al nivel de contaminación del agua no siendo apta para el consumo
humano. Se han encontrado contaminantes como hierro, aluminio, manganeso, arsénico,
cromo, coliformes totales y fecales, mercurio, zinc, plomo… unos en el sistema de agua potable
(en las localidades que gozan de este servicio) y otros en los ríos Marañón y Samiria. Lo mismo
ocurre en los ríos Tigre y Corrientes que, aunque no sean objeto de este estudio o informe,
padecen una situación similar. Con las comunidades de las cuencas de estos ríos se viene
trabajando conjuntamente ofreciendo acompañamiento y asesoramiento por parte de la
Iglesia.
Toda esta realidad contaminante que presenta el Informe pone en grave riesgo la salud de
nuestros pueblos y de nuestra gente. No podemos cambiar el pasado, pero podemos hacer
algo en el presente que favorezca un desarrollo sostenible y favorezca la salud de las personas,
especialmente de aquellas que, por estar situadas a lo largo de los ríos y lejanas a las grandes
urbes, gozan de menos medios y recursos. No podemos permanecer impasibles ante el
sufrimiento humano. Debemos ser solidarios con nuestros hermanos. Y no es cuestión de fe,
sino de solidaridad humana y de responsabilidad social. Las autoridades debemos buscar el
bien común de nuestro Pueblo, a quien servimos y representamos. El Papa Francisco nos lo
recuerda hablando de la Solidaridad: “La palabra “solidaridad” está un poco desgastada y a
veces se interpreta mal. Es mucho más que algunos actos de generosidad. Supone crear una
nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos
sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos.”(EG. nº 188)
La zona intervenida cuyos resultados presenta el Informe comprende jurisdiccionalmente a
nuestro Vicariato y está comprendida entre las Parroquias “Santa Rita de Castilla” y “San Felipe
y Santiago” de Nauta. Para las otras cuencas se añade el trabajo de la Parroquia San Agustín de Intuto. Por eso, como Pastor del Vicariato Apostólico de Iquitos, invito a las distintas autoridades locales, regionales y nacionales a tomar cartas en el asunto y a ejercer la responsabilidad de cada uno en su área respectiva.
“Vio entonces Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana…” (Gn 1,31). Al pasar de los tiempos, y tras el mandato de “llenad la tierra y sometedla”(Gn 1,27), nosotros somos los responsables del cuidado del Medio Ambiente y, en definitiva, de mantener seguros nuestros recursos naturales. Atentar contra ellos es atentar contra la humanidad y nuestra propia salud. “También la creación es manifestación del amor providente de Dios; nos ha sido entregada para que la cuidemos y la transformemos en fuente de vida digna para todos”. (Aparecida, 125). ¡Seamos responsables!
Señor de los Milagros, te presento nuestra tierra y sus gentes,
sus sueños e ideales, sus problemas y angustias de cada día;
En la ciudad y en los ríos, acompáñanos en nuestro caminar,
para que podamos sentir en nuestras vidas
la paz y alegría de sentirte a nuestro lado.
Ilumina el corazón de tu Pueblo,
de sus gentes sencillas, de sus autoridades,
enciende en ellos el fuego de tu amor,
para que podamos comprometernos todos
en el cuidado de tu Creación.
¡Respetemos el Medio Ambiente!
Este es el Milagro que hoy te pedimos,
tus hermanos, tus devotos de corazón.
Esperanzados, a Ti venimos
con esperanza y devoción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario