jueves, 14 de julio de 2011

INFORME UGEL MARZO 2011

PARROQUIA SANTA RITA DE CASTILLA
RIO MARAÑON




Sr. Ezequiel Vela Pinedo
Director UGEL
Nauta.-


Santa Rita de Castilla, 26 de marzo de 2011


De nuestra consideración:

Por las presentes reciba un saludo cordial, al tiempo que deseamos se encuentre bien de salud junto con sus colaboradores.

En esta oportunidad queremos enviarle unas notas sobre el río Urituyacu tal como le indicamos en la visita que realizamos a su despacho con las autoridades distritales de Parinari.

El río Urituyacu es una quebrada que desemboca por la margen izquierda en el Marañón en el distrito de Urarinas, provincia Loreto. Consta actualmente de 15 comunidades, la mayoría pertenecientes al pueblo kukama, pero también existen unas pocas comunidades urarina y unos pocos individuos que hablan el idioma omurano.

El río Urituyacu forma parte de dos lotes petroleros. No se ha consultado a su población, pese a su obligatoriedad en territorios indígenas. CEPSA es la compañía que posee dichos lotes. Los madereros hace tiempo que tienen esta cuenca como su mansión. Comerciantes de lugares lejanos a la Amazonía llegan hasta acá en busca de animales de monte, que ya escasean. La presencia del Estado en este río es muy fuerte legitimando lotes petroleros, pero muy débil en servicios: en educación faltan muchas cosas por hacer. La presencia de profesores no es muy constante, por decirlo suavemente. Respecto a salud existe una Posta Médica en Reforma, pero la permanencia del técnico sanitario es otra historia. La atención en salud dista mucho de cubrir los mínimos aceptables. Por hacer un poco de memoria: a finales de los años noventa del siglo pasado muchas personas tuvieron en un solo año 4 ó 5 malarias, y hubo bastantes personas que llegaron al record de tener 8 veces malaria falciparum en un año. Un triste record que ni siquiera es conocido, menos del que se hace memoria para sacar las conclusiones oportunas al día de hoy.

El pueblo indígena omurano es considerado poblador originario del río Urituyacu. Hoy en día están en franco declive, tan solo quedan unos pocos individuos y se están mezclando con el pueblo urarina. Los omurano, dados por extintos en muchos informes, sobreviven bajo condiciones nada favorables, enfrentándose a su integración al pueblo urarina. Las enfermedades les acechan y la caza, tan estimada y necesaria para ellos, está en franca regresión. Si el Perú quisiera hacer algo por ellos se necesitaría un plan integral que proteja sus territorios. Eso implicaría una política de consolidación de territorios indígenas y protección de recursos naturales que está muy alejada de la ley del más fuerte que impera hoy en día, además de estudios específicos sobre lengua omurano y otros componentes que les permitieran afrontar los retos enormes que les acechan.

El pueblo urarina es originario del Chambira. Los estudiosos lo conectan con poblaciones andinas ecuatorianas. Lo cierto es que nadie se ha percatado de su presencia en el Urituyacu. El año 2010 en una visita a estas comunidades contamos unas 800 personas urarina. Un número nada despreciable. Pese a su cantidad la asistencia por parte del Estado no responde a sus expectativas. Comunidades urarina son Progreso II, San Antonio de Bancal y Guineal, mas una buena porción de los pobladores de Caymituyo y la mayoría de Ayahuasca. Estas dos últimas comunidades compartidas con el pueblo kukama y gobernadas por los últimos. Situación muy especial sería para las comunidad Progreso I y San Luis.
En educación no cuentan con los profesores necesarios. En Guineal existen quejas continúas de ausencia del profesor. El profesor nombrado es un ejemplo de lo que no debiera suceder: ausencia permanente de la comunidad. ¿No tiene el Estado peruano cómo defenderse de malos funcionarios? Porque siempre son las poblaciones más vulnerables las que no pueden defenderse de pésimos funcionarios que el Estado premia pagándoles un sueldo que no se ganan. Ayahuasca cuenta con 47 alumnos y tan solo un profesor. Teniendo en cuenta que Ayahuasca tiene población urarina y kukama bien mereciera un trato especial, si es que consideramos que la inclusión del Estado debiera apostar por la diversidad. Es un absoluto despropósito enviar un solo profesor mestizo para una cantidad de alumnos excesiva con una diversidad indígena que mereciera un trato diferencial por cada pueblo. Caymituyo es otro ejemplo de espacio compartido entre el pueblo urarina y kukama. Pese a que la presencia urarina es muy antigua, nunca han tenido la oportunidad de ser atendidos diferencialmente.

El pueblo urarina del Urituyacu pide algo tan sencillo como profesores. Ni siquiera pide profesores con especialidad intercultural bilingüe urarina, dado que no hay atención del Estado para este pueblo en dicha área, tan solo piden profesores mestizos, con eso se conforman. Habrá quien se lleve las manos a la cabeza afirmando que esa educación avasallará al pueblo urarina. Tal vez, pero es mucho peor dejar al pueblo urarina en manos de comerciantes, madereros, petroleros que utilizan el castellano sin haberles dado la oportunidad de conocer los rudimentos de sus escritos, abandonando al pueblo urarina a posiciones desproporcionadamente asimétricas. Somos conscientes que es una actitud precaria y parcial. Una intervención más global implicaría que el Estado quisiera hacer algo positivo, porque lo negativo es dejar pasar el tiempo. A medio plazo se necesitaría preparar profesores urarina con especialidad en interculturalidad y bilingües para en un tiempo prudencial tener una propuesta educativa para este pueblo. La lección de hace unos años con los profesores de las comunidades del Chambira bien merece mayor aplicación por parte del Estado, que parece no haber aprendido nada. O tal vez la política de un Estado cínico sea dejar pasar el tiempo mientras esquilman territorios y pueblos indígenas.

La población Kukama del Urituyacu es fruto de una migración en los años 70 del siglo pasado desde el río Huallaga, teniendo como corazón el pueblo de Lagunas, huyendo de las grandes inundaciones y buscando la altura donde poder ponerse a salvo de las hambrunas de tales alagaciones. Pero en los últimos años con la escasez de recursos, debido a lo anotado anteriormente de petroleros, madereros y comerciantes inescrupulosos por un lado y, por otro, la pésima atención en salud y educación, alguna gente ha salido de este río en busca de mejores condiciones de vida. La salida ha tenido diversos itinerarios: Yurimaguas y Lagunas en una dirección y en otra Nauta e Iquitos.

No atender adecuadamente en educación a estas comunidades implica migraciones hacia las ciudades donde no hay trabajo ni posibilidad de hacer chacras o dedicarse a la pesca. En tal sentido estamos fabricando nuevos pobres. La tal “racionalización educativa” que solo se ocupa de números genera un desastre ecológico en la Amazonía bajo el abandono de grandes territorios –buenas noticias para petroleros, madereros y demás esquilmadores de territorios indígenas– y aglomera poblaciones en ciudades insostenibles que provocan residuos inviables y hambrunas innecesarias. Nuestra sugerencia es apoyar en servicios básicos –educación y salud– a pequeñas poblaciones para que permanezcan cerca de sus chacras y cochas y no pasen hambre, consiguiendo una calidad de vida más acorde con la dignidad humana.

Los atropellos al pueblo kukama son del mismo calibre que con los pueblos indígenas anteriormente tratados puesto que es política de Estado el abandono de estas poblaciones diferenciales para mecerse en manos de grandes capitales que esquilman sus territorios. Pongamos un caso puntual de este pueblo para percibir la lógica perversa de la tal “racionalización educativa”: la comunidad kukama de Pintuyacu.

El año 1982 llegaron procedentes de Lagunas los primeros pobladores. Se asentaron en el medio Urituyacu, en la boca de la quebrada Pintuyacu, que terminó dando nombre a la comunidad. Esta pequeña quebrada es rica en recursos naturales: maderas, animales y unos poquísimos peces, que dado que en el Urituyacu no se encuentra pescado son altamente valorados. Desde 1983 hasta 1997 han tenido profesor. Desde entonces la comunidad no cuenta con profesor. Consecuencia de esta política nefasta han salido varias familias a otras comunidades más grandes para que sus hijos estudien. A pesar de todo, algunas pocas familias han permanecido en el lugar, realizando una labor heroica en el cuidado de sus recursos naturales, a costa de que sus hijos no aprendan a leer y escribir. Si los pocos moradores que quedan terminan saliendo en busca de colegio para sus hijos, el abandono será pasto de madereros y cazadores inescrupulosos que pronto terminarán con sus recursos, generando más hambre en el Urituyacu. Nosotros consideramos que estos pocos moradores, que tienen alumnado suficiente para un profesor, merecerían un premio del Estado puesto que cuidar los recursos de esta pequeña quebrada permite que las comunidades vecinas también cuenten con los recursos necesarios. Las comunidades kukama de Pintuyacu y Lupunayo y las comunidades urarina de San Antonio de Bancal y Guineal se sirven de los recursos de esta pequeña quebrada. Si desaparece la comunidad de Pintuyacu pronto se acabarán sus recursos y los comuneros de las comunidades antes mencionadas pasarán más hambre. Bien mereciera que el presidente comunal de Pintuyacu, por la labor silenciosa y constante que realiza, el señor José Yuyarima Canaquiri, recibiera el premio nacional de Derechos Humanos.

Globalizando el caso de Pintuyacu consideramos que atender a las pequeñas comunidades implica una cercanía a recursos naturales (chacra y cochas) que garantiza buenas condiciones de vida si el Estado les brinda la oportunidad de una educación de calidad y una atención en salud conveniente. De no ser así muchos pobladores de comunidades pequeñas terminarán migrando a la ciudad donde sus hijos podrán estudiar al precio del hambre que debe pasar toda la familia. Invertir en ciudades grandes es invertir en pobreza, pésima calidad de vida y abandono de territorios indígenas que favorecen intereses espúreos.

Una última nota. Algunos opinan que atender con educación bilingüe es suficiente. Tal vez, pero no opina eso el pueblo Kukama para quienes la educación no es cuestión únicamente de conocimientos, sino de sembrar en el corazón de los muchachos los principios de una vida buena. Y qué lejos estamos de esta expectativa del pueblo Kukama. La pretendida y difícil interculturalidad tiene que tener en cuenta que es el corazón la sede de la sabiduría, para que la cabeza no quede desconectada de la vida. Tal vez se pueda entender el fenómeno de la ouija de Nauta como una protesta contra una educación que no tiene en cuenta el corazón.

Deseamos que estas notas sirvan para llamar la atención sobre las comunidades del Urituyacu que con tanto esfuerzo afrontan una vida difícil con poca asistencia del Estado que prefiere alinearse al lado de los grandes intereses.

Sin otro particular, nos despedimos de usted deseando que cumpla con las funciones que todo funcionario debe tener en cuenta como servidor del bien común en beneficio de las poblaciones más vulnerables. Desde el río Marañón esperamos de usted que tenga criterios claros que beneficien a estas poblaciones.

Atentamente,

P. Miguel Angel Cadenas                                          
P. Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla                             

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