domingo, 28 de septiembre de 2014

¿YA PASÓ EL DERRAME DE CRUDO EN CUNINICO?

En mayo 2014 se rompió el Oleoducto Nor-peruano a la altura de la quebrada Cuninico, afectando a toda la cuenca. No sólo las corrientes de agua también el pescado ha sido intoxicado. El área afectada incluye los distritos de Urarinas, Parinari y Nauta. La ciudad de Nauta está situada a 271 km. de distancia de Cuninico. ¿Alguien nos podría contar el impacto que está teniendo en la Reserva Nacional Pacaya Samiria? Cuninico, comunidad nativa kukama, está situado en el área de amortiguamiento de dicha Reserva.


Fuente: Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente


Teniendo en cuenta el cuadro precedente, ¿se imaginan trabajar limpiando el crudo sin una protección adecuada? Si sumamos la época de calor en la que estamos tenemos todos los ingredientes para lipotimias, desmayos y demás desvanecimientos. Las noticias que nos llegan de Cuninico indican que todos los días alguna persona sale mareada o con cólico del lugar de trabajo. La exposición permanente al crudo, con las inhalaciones de gas que genera, es una potente fuente de intoxicación. Lo extraño es que no se presenten más enfermos. Nuestra sospecha es que la gente no dice todo lo que sucede. Reconocerlo es una forma de debilidad. Y ser débil, en el pueblo kukama, es apuntarse a perdedor.

Todo nos hace sospechar que las medidas de protección a los trabajadores no son las adecuadas. A pesar de la inspección del Ministerio de Trabajo a la zona, consideramos que no se han tomado todas las medidas del caso. Los sistemas de seguridad no funcionan. El calor propio del verano sobre la película de crudo con las inhalaciones de gas que genera es un potente factor de intoxicación. ¿Quién va a volver a destapar todos estos abusos?

Quienes opinan que ya pasó el derrame no contemplan el funcionamiento de los ecosistemas. Una cosa es que recojan el crudo, que todavía no lo está, ni de lejos, y otra que pase la contaminación. Los pobladores temen que en el mes de octubre, cuando comience a crecer el río, el área no esté completamente limpia, y los restos de crudo vuelvan a contaminar las cochas, una vez que suba el caudal del río. Demasiado rápido, forastero.

Nos encantaría escuchar los comentarios de algunos especialistas en diversas materias a partir de una visita ocular a la zona o, en su defecto, a partir de las fotos que circulan por Internet.



P. Miguel Ángel Cadenas
P. Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla
Río Marañón Río Marañón


PASEANDO CUNINICO EN CALZONCILLOS

Mayo 2014 pasará a la historia del bajo Marañón como una fecha fatídica: lo rotura del Oleoducto Nor-peruano a la altura de la quebrada Cuninico. La población afectada corresponde al pueblo kukama de los distritos de Urarinas, Parinari y Nauta, en la provincia y departamento de Loreto, en el área de amortiguamiento de la Reserva Nacional Pacaya Samiria. Lo acontecido en Cuninico nos invita a la reflexión.

Ya hemos anotado en crónicas anteriores que las personas que se sumergieron en el crudo, para levantar el “pórtico”, lo hacían sin ninguna protección especial. Hubo quien, para preservar la ropa, se zambulló en el crudo en calzoncillos. Al terminar la tarea pudo usar su ropa y regresar tranquilamente a casa. [Más despacio: con dolores de cabeza, espalda, cuerpo, diarreas, incluso orinando sangre; expuestos, además, a algún tipo de cáncer]. Y aquellos que no quisieron sacar su ropa tuvieron que regresar a casa en calzoncillos, para vergüenza propia.

Los calzoncillos son una forma extrema de la relación entre público y privado. Es frecuente ver hombres con el torso desnudo. Suelen hacerlo para refrescarse o en determinados trabajos. No solo está permitido, sino incluso bien visto para no malograr la ropa y como una forma de exposición corporal. Pero nunca se verá a hombres en calzoncillos en espacios públicos, excepto a la hora del baño, sobre todo varones mayores, dado que los jóvenes utilizan truzas. El baño es un acto privado donde nadie se debe entrometer ni molestar. Por tanto, ocupar el espacio público en calzoncillos es una falta de respeto y una vergüenza. Forzar a una persona a llegar a su casa en calzoncillos es una forma extrema de utilización del espacio público como si fuera un espacio privado. El mundo al revés.


Obligar, como se hizo, a varios jóvenes, a regresar a sus casas en calzoncillos es exponerlos a la vergüenza. Los kukama, cuando nace un niño, le untan sus mejillas con añil, antiguamente con huito, para que no sea sinvergüenza y respete a su familia. Caminar por la calle en calzoncillos, más en presencia de mujeres, es una invitación a las relaciones sexuales. Y eso es algo íntimo, que nadie debe enterarse ni participar, excepto los implicados. ¿Pasearían los ingenieros de Petroperú en calzoncillos por la plaza de su ciudad de origen?


© Parroquia Santa Rita de Castilla, julio 2014


P. Miguel Ángel Cadenas
P. Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla 
Río Marañón Río Marañón


jueves, 18 de septiembre de 2014

¿ESTADO DE EXCEPCIÓN?


Cuninico en el corazón

En mayo 2014 la rotura del Oleoducto Nor-peruano a la altura de la quebrada Cuninico afectó a la población kukama de los distritos de Urarinas, Parinari y Nauta, en la provincia y departamento de Loreto, en el área de amortiguamiento de la Reserva Nacional Pacaya Samiria. Este acontecimiento nos estimula a la siguiente reflexión.

Hemos pensado que en el fondo hay un problema de discriminación brutal: no somos ciudadanos. Por tanto, no podemos tomar decisiones por nosotros mismos, ni contribuir a los debates donde se toman tales decisiones, no somos tomados en cuenta. Sin embargo, vamos a dar una vuelta de tuerca más, apurando el argumento hasta su raíz.

No ha faltado quien hablando del refugiado percibe una ruptura entre el hombre y el ciudadano que trasluce la crisis del Estado-nación. De esta manera ha surgido una “masa residente estable de no-ciudadanos” que los Estados ni gestionan ni administran, mientras el capital se sirve de ellos como mano de obra barata. Esto nos da pie a nosotros para pensar que la “narrativa de la negación” utilizada por los criollos en la independencia del Perú fue una coartada perfecta para excluir a los indígenas. Esta ausencia de los indígenas nos permite comprender que el fallo no es sobre el ser ciudadano, sino sobre el mismo concepto de persona. No se trata únicamente de incorporar a los indígenas a la ciudadanía, sino de cuestionar la misma noción de persona.

Para los occidentales la persona es un animal con la posición erguida, la mano prensil y un mayor tamaño y complejidad del cerebro, entre otros. Sin embargo, para los indígenas la persona puede ser gente como nosotros, espíritu o animal, todo a la vez o simultáneamente. Las relaciones sociales configuran el tipo de persona que soy: si me relaciono preferentemente con espíritus, terminaré convirtiéndome en un espíritu, previa transformación pasando por la muerte. Si me relaciono con los animales acabaré por convertirme en un animal. Ahí están los relatos de personas que han sido robados por la huangana. Otro ejemplo de lo mismo son las narraciones de cazadores que, al momento de disparar a la presa, escuchan: “no dispares, soy gente”. De igual manera un afecto jaguar puede hacer de mi que me convierta en un jaguar…

Por su parte los indígenas consideran que ser persona depende de categorías como la cercanía, las relaciones sexuales y el compartir la comida, entre otras. Estas tres experiencias básicas definen qué clase de persona soy: gente, animal o espíritu. La cercanía no es únicamente compartir el mismo espacio, por reducido que sea. La cercanía implica contacto, pero también, y sobre todo, afecto. De ahí que sea tan importante extraer los piojos: es una forma de afectividad que vehicula, por si fuera poco, el pensamiento. Las relaciones sexuales se producen en la intimidad y estrechan los lazos de la pareja. Son marcas de una persona sobre otra. La pareja no está hecha, sobre todo los primeros años, hay que construirla y las relaciones sexuales ayudan en esta construcción. De igual manera la comida. Comer con alguien o compartir la comida con alguien implica familiaridad, cariño. Alimentar a alguien es un antídoto poderoso contra el olvido.

Los ingenieros de Petroperú mantienen la proximidad física, no les queda más remedio, no tanto el afecto. La rotación continua de ingenieros evita este contacto reiterado y estimación. Incluso algunas compañías aconsejan cierto desapego para evitar problemas. Desconocemos en este sentido los códigos que maneja Petroperú. Esperemos que eviten las relaciones sexuales. Y de darse, no dejamos de señalar que se producen relaciones de poder en ellas: étnicas, de género, status… Comprobaremos posteriormente si nacen niños cuyos padres no los quieren reconocer. Y la comida, los ingenieros de Petroperú comerán latas de atún…, pero a los indígenas se les indigestan y les hacen daño en forma de alergias. Mientras que su comida preferida, el pescado, tendrá que ser evitado mucho más allá de la permanencia de Petroperú en la comunidad. Esta forma de comer diferente no genera simpatía, cercanía, familiaridad, cariño, ni afecto, sino olvido. Y tal vez se trate de eso, de olvidar. Los ingenieros de Petroperú podrán fácilmente olvidarse cuando salgan de la zona. A los indígenas les costará más tiempo y esfuerzo olvidarse de un daño que les han causado e impactado fuertemente en su economía, parentesco y vida. Aunque fácilmente podrán olvidarse de los ingenieros que rehuyeron lazos más estrechos para evitar mayores compromisos.

Regresando a la idea del Estado-nación[1] procedente de una “narrativa de la negación”, que, con procedimientos jurídicos, en la práctica, excluye a los indígenas, más aún a las mujeres indígenas. De ahí, que no haya habido una supervisión del trabajo realizado por Petroperú en Cuninico hasta que el programa Panorama no destapó graves irregularidades. Cuando no se pudo ocultar el escándalo y “los ciudadanos” estaban indignados de lo sucedido con los indígenas es que el Estado-nación comienza a actuar. Esperemos que sea con contundencia. Pero hay más ejemplos. Un fiscal, en los primeros días de conocido el derrame, tuvo el atrevimiento de dirigirse a la población de Cuninico, que esperaba su orientación, con las siguientes palabras: “yo he venido a supervisar, no he venido a escucharles a ustedes”. ¿No les parece que con este comportamiento está haciendo méritos para su ascenso? Miembros de la OEFA (Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental), en su primer viaje, pasean por la comunidad de Cuninico sin identificarse, como quien pasea por su casa. Este comportamiento es especialmente grave en pueblos indígenas donde lo primero que debe hacer una persona es identificarse y explicar los motivos de su visita. Estos y otros destellos de soberbia, altanería y vanidad propios del Estado no están fuera de lugar sino que retratan perfectamente la crisis en la que estamos inmersos: la exclusión  de los pueblos indígenas en este Estado-nación.

Apurando un poco más, y esperemos que no se les indigeste. ¿No queda en entredicho el Estado de derecho cuando se envía a los trabajadores a sumergirse dentro del crudo sin ninguna protección especial, por 8 horas diarias durante varios días, desconociendo las leyes laborales? Insistimos, ¿no queda en entredicho el Estado de derecho cuando algunos de esos trabajadores, siendo menores de edad, con conocimiento de Petroperú, son enviados a ese trabajo peligroso? ¿No generan estos comportamientos anomia? ¿Y no es la pulsión anómica una de las características del Estado de excepción? Dejamos constancia, aunque sea como interrogante.

Apostilla: la serie de normativas, hace poco aprobadas, para fortalecer la inversión no es sino una forma de “desnacionalización”: poner el orden jurídico nacional al servicio de los capitales transnacionales. Otra manera de atacar la idea de Estado-nación, esta vez desde el propio Estado, por implosión.


© Parroquia Santa Rita de Castilla, julio 2014

P. Miguel Ángel Cadenas                                            P. Manolo Berjón
Parroquia Santa Rita de Castilla                                  Parroquia Santa Rita de Castilla
Río Marañón                                                              Río Marañón



[1] En realidad cada pueblo indígena amazónico es una nación, por lo tanto habría que matizar y hablar de un Estado y varias naciones. En la práctica el Estado peruano se presenta como un Estado-nación, desconociendo las singularidades propias y negando las naciones en su interior. Sin embargo, para nuestro argumento no es necesario en este momento mayor desarrollo de este tema.